miércoles, 13 de junio de 2007

Brujería del gato, minificción de de Ramón Gómez de la Serna.

Por complicidad con la bruja había sido enjaulado el gato.

Los inquisidores sospecharon que podía haber diablo escondido bajo la piel del gato y fue sentenciado a arder en pira aparte, porque podía haber pecado de bestialidad al quemar en la misma hoguera persona humana y animal.

Bien maniatado con cadenas, el gato brujesco produjo un repeluzno de escalofrío entre los asistentes al auto de fe. Había algo de caza luciferiana en la presencia del gato.

La leña de la propiciación comenzó a arder y durante un largo rato se oyeron maullidos infernales, hasta que al final, ya consumida la fogata, se vieron sobre las cenizas dos ascuas que no se apagaban: los dos ojos fosforescentes del gato.


*Texto de Ramón Gómez de la Serna extraido de:
Valadés, Edmundo (compilador), El libro de la imaginación, Colección Popular, México, Fondo de Cultura Económica, 1992.

*Más palabras de Ramón Gómez de la Serna:

“Búho: gato emplumado.”

“El gato es una gárgola que se pasea por casa."

“El gato se hace el muerto para que lo dejen dormir la siesta.”

“Los gatos se beben la leche de la luna en los platos de las tejas.”

"Un chino inventó al gato."

"El león tiene altavoz propio."

Fuente: http://www.geocities.com/greguerias/greguerias03.htm

sábado, 9 de junio de 2007

¡Pasen a conocer al ligre!

Ya para dejar un rato en paz a los grandes felinos, he aquí unas palabras sobre una "joya del reino animal", según se lee en la parte inferior del cartel circence que anuncia al "Ligre", una cruza entre león y tigre, todo un cebo para los curiosos.

La existencia del ligre se debe a la intervención del ser humano: es una cruza cruza similar a la de asnos y caballos de la que nacen mulas. En ambos casos, la mula y el ligre son estériles , son especímenes de los que el ser humano saca algún provecho. En el caso de ligre, es utilizado para fines de exhibición, simple entretenimiento de muchedumbres. Son rarezas que viven en cautiverio y pueden verse en circos y en zoológicos.

A diferencia del león, renuente como muchos felinos a mojarse, al ligre no le desagrada sumergirse en cuerpos de agua. Es una característica heredada del tigre (y es un hábito similar en el ocelote*). Lo que sorprende de estas cruzas es su tamaño. Son animales que sobrepasan las dimensiones de cualquier otro felino salvaje.

Dependiendo del tipo de cruza, la denominación cambia. El "ligre" es resultado de león y de tigresa. La cría resultante de tigre y de leonesa -según algunas fuentes- es llamado "tigón". Sin embargo, el término "ligre" es el más utilizado.

A pesar de saber cuál es la cruz de estos animales, no puedo negar que me resulta ría irresistible admirar uno en vivo. Qué ellos me perdonen el morbo si alguna vez me tienen frente a sus prisiones.

Imágenes tomadas de los siguientes sitios:

miércoles, 6 de junio de 2007

La hiena y el rey, minificción de Marcial Fernández.

Cuando la hiena dejó de reír de las sentencias del león, rey de la selva, el león, confundido, abdicó por fuero propio a su reinado, pues pensó que ya nadie lo volvería a tomar en serio. 

Fernández, Marcial., Andy Watson, contador de historias, Colección Sueño Guajiro, Daga editores, México 1997.

domingo, 3 de junio de 2007

Felinos, fragmento de Juan José Arreola.

... En realidad el león sobrelleva a duras penas la terrible majestad de su aspecto: el cuerpo del edificio no corresponde a la fachada y es como su alma, bastante perruno y desmedrado. Sigue siendo un carnívoro gracias a ciertos súbditos que realizan para él oficio de verdugos. El león se presenta intempestivamente en los banquetes salvajes y a base de prestancia pone en fuga a los comensales. Luego devora solitario y lleno de remordimientos los restos de una presa que nunca captura personalmente. (...) En fin de cuentas, nunca son tan felices como al verse hechos de mármol y de bronce o estampados por lo menos en los alarmantes carteles del circo. La falta de melena hace que muchos felinos se busquen por sí mismos el sustento. De allí la innegable superioridad de tigres, panteras y leopardos, que a veces logran forjarse una leyenda atacando piezas de ganado mayor después de poner en fuga cobarde a los guardianes.

Si no domesticamos a todos los felinos fue exclusivamente por razones de tamaño, utilidad y costo de mantenimiento. Nos hemos conformado con el gato, que come poco y que de vez en cuando se acuerda de su origen y nos da un leve arañazo. Sólo algunos príncipes orientales pueden darse el lujo de poseer felinos en formato mayor, que ronronean como una locomotora, que son muy útiles como perros de caza, que devoran ellos solos la mitad del presupuesto palaciego, y que si llegan a distraerse y arañan, son capaces de mondar a cualquier esqueleto de toda carne superflua.

Arreola, Juan José, Bestiario, México, Ed. Planeta/CONACULTA, 2002.

Imagen: "El león de Chain Bridge" (2005) , de Manfred Leiter.

viernes, 1 de junio de 2007

El sabio que tomó el poder, texto de Augusto Monterroso (fragmento).

... Durante un insomnio (en los que había caido desde que sabía que sabía tanto), el Mono hizo aún otro descubrimiento sensacional: la injusticia de que el León, que contaba unicamente con su fuerza y el miedo de los demás, fuera su jefe; y él, que si quisiera, según leyó no recordaba dónde, con un poco de tesón podía escribir otra vez los sonetos de Shakespeare, un mero subalterno.

A la mañana siguiente, armado de valor y aclarando una y otra vez la garganta, durante más de una hora expuso al León con largas y elaboradas razones la teoría de que de acuerdo con la lógica más elemental los papeles debían cambiarse, pues para cualquiera con dos dedos de frente era fácil ver cómo lo aventajaba en descendencia y, por supuesto en sabiduría.

El León, que intrigado por el vuelo de una mosca en ningún momento había bajado la vista del techo, estuvo conforme con todo, en ese mismo instante le cambió la corona por la pluma y, asomándose al balcón, anunció el cambio a la ciudad y al mundo.

De ahí en adelante, cuando el Mono le ordenaba algo, el León, siempre de acuerdo, asentía invariablemente con un zarpazo; y cuando el Mono lo regañaba por alguna orden mal entendida o por un discurso mal redactado, con dos o tres; hasta que, pasado poco tiempo, en el cuerpo del nuevo rey, o sea el Mono sabio, no iba quedando sitio del que no manara sangre o cosas peores.

Por último, el Mono, casi de rodillas, rogó al León volver al anterior estado de las cosas, a lo que el León, aburrido como desde hacía mil años, le respondió con un bostezo que sí, y con otro que estaba bien que volvieran al anterior estado de cosas, y le recibió la corona y le devolvió la pluma, y desde entonces el Mono conserva la pluma y el León la corona.

Monterroso, AugustoLa oveja negra y demás fábulas, Joaquín Mortiz,  1969.

Imagen: "León bostezando" (2001), de Declan McCullagh.