El gato que lanzaron al vacío
sin poder escapar de su maltrato,
más nunca podrá ser el candidato
a poner su pericia en desafío.
Su sangre como gotas de rocío
en medio del jardín de un niño ingrato,
con rabia contemplé el asesinato
llorando de impotencia en lo sombrío.
Que el Dios de los felinos en que creo,
restañe para siempre las heridas
de aquel a quien en verso homenajeo.
Que nunca más las manos homicidas
apaguen su amoroso ronroneo,