domingo, 3 de junio de 2007

Felinos, fragmento de Juan José Arreola.

... En realidad el león sobrelleva a duras penas la terrible majestad de su aspecto: el cuerpo del edificio no corresponde a la fachada y es como su alma, bastante perruno y desmedrado. Sigue siendo un carnívoro gracias a ciertos súbditos que realizan para él oficio de verdugos. El león se presenta intempestivamente en los banquetes salvajes y a base de prestancia pone en fuga a los comensales. Luego devora solitario y lleno de remordimientos los restos de una presa que nunca captura personalmente. (...) En fin de cuentas, nunca son tan felices como al verse hechos de mármol y de bronce o estampados por lo menos en los alarmantes carteles del circo. La falta de melena hace que muchos felinos se busquen por sí mismos el sustento. De allí la innegable superioridad de tigres, panteras y leopardos, que a veces logran forjarse una leyenda atacando piezas de ganado mayor después de poner en fuga cobarde a los guardianes.

Si no domesticamos a todos los felinos fue exclusivamente por razones de tamaño, utilidad y costo de mantenimiento. Nos hemos conformado con el gato, que come poco y que de vez en cuando se acuerda de su origen y nos da un leve arañazo. Sólo algunos príncipes orientales pueden darse el lujo de poseer felinos en formato mayor, que ronronean como una locomotora, que son muy útiles como perros de caza, que devoran ellos solos la mitad del presupuesto palaciego, y que si llegan a distraerse y arañan, son capaces de mondar a cualquier esqueleto de toda carne superflua.

Arreola, Juan José, Bestiario, México, Ed. Planeta/CONACULTA, 2002.

Imagen: "El león de Chain Bridge" (2005) , de Manfred Leiter.

7 comentarios:

Ovis dijo...

Bueno, yo agregaría que la posesión de uno (o muchos) de esos félidos enormes no es exclusiva de los príncipes orientales. En las grandes urbes de nuestro país y, por qué no, del continente, existen muchas personas que compran y venden de manera oculta toda clase de animales exóticos, entre ellos grandes leones africanos. Así que la visión casi romántica de Juan José Arreola ya no pertenece a nuestra realidad y en mi opinión es desechable. Cómo me gustaría que el citado escritor hubiera sido testigo de las prácticas de los grandes magnates actuales, quienes antes eran dueños de grandes alfombras de piel de León y que ahora son dueños de un gran león encerrado en el patio trasero de sus enormes residencias de la colonia Bosques de las Lomas.

@lex dixit

El félido-compilador. dijo...

¡Buu, buuuu! ¡Censurémoslo, censurémoslo! (Je,je,je) Tienes razón -creo que nadie se negaría a dártela. Y ya nos dimos cuenta de que no te gustan los miau, miau (je,je,je). Sin embargo, no podemos negar el embelezo de las palabras de Arreola. Cuántas palabras no se han dicho tan bellamente a pesar de no ser algo más que eso: palabras. Es más, hemos de recordar que el 'Bestiario' se hizo a las prisas. La UNAM le había dado a Arreola un adelanto por el libro, pero como a aquel le encantaba comprar vinitos y quesos franceses para sus discípulos, ¡zas!, el dinerito se acabó. La UNAM le dijo que si no entregaba el texto el día indicado, sus abogados le exigirían la devolución de la plata. Entendiendo las premuras de la situación, José Emilio Pacheco se ofreció a tomar dictado un día antes de la entrega. Para acabar con el choro cito al mismísimo Pacheco -favor de ponerse de pie-:
"Gracias a esos finales de 1958 siento que mi paso por la tierra quedó jutificado. Cuando entre al infierno y los demonios me pregunten: -Y usted, ¿qué fue en la vida?, podré responderles con orgullo: -Amanuense de Arreola."

El félido-compilador. dijo...

Aún hay más sobre esta discusión: Hace unas horas, en la tarde del 5 de junio, mientras me dirigía a mi segunda casa -Ciudad Universitaria-, me encontré con un encabezado que me dejó helado por unos segundos: "APETITO FEROZ: LEÓN Y TIGRE DEVORAN A SU CUIDADOR". Al parecer a algún vato de Iztapalapa le dio por tenerlos como mascotas en un afán de imitar a esos "principes orientales" a los que se refería Arreola (que razón tenías, Alex). Qué pena. No. No es burla. Más burla me parece aquel encabezado que me hace recordar los anuncios de una galleta con mermelada de fresa y cubierta de chocolate. El anuncio al que me refiero decía así: "Para ese apetito feroz: Mamut, Mamut". Parecería que quien escribió ese encabezado pensó que los felinos en cuestión se imaginaron que el cuidador era una apetitosa galleta 'Mamut' y se lo comieron. Qué cruel encabezado. Qué pena. Qué vida. En fin. Me voy a dormir pensando en el imbécil al que se le ocurrió tener a un tigre y a un león como mascotas y que encargó la tarea de alimentarlos a quien creyó que aún estaba con sus 'lindos gatitos'(los había cuidado desde cachorros). Creo que el difunto pudo haber sido alguien como yo. En fin. "Requiescat in Pace".

Ovis dijo...

Los hechos me dieron la razón. Y en lo personal no me duele la muerte de la galleta mamut, sino la del hermosísimo gatito. Yo creo, más bien, que se indigestó con la carne del malnacido aquel. Prueba irrefutable de que los seres humanos no actuamos de esa manera tanb terrible sin una razón lógica. Aquí se demuestra que nuestra sangre está compuesta de mil químicos y un poco de veneno. Yo creo que por eso no nos comemos a nosostros mismos (al menos que padezcamos locura), porque bien sabemos de manera natural, que moririamos de inmediato. ¡Vaya! Vaya la suerte del pobre felino, que por hambre y desesperación, tuvo que cometer el más grave error de su vida: comer carne humana, la más venenosa, la más asquerosa, la menos nutritiva, y la que no sólo te mata biológicamente, sino también evolutivamente. De ahí que de nuevo, y después de mil veces, grite a los cuatro vientos binarios: ¡Me apena ser humano!, ¡Qué pena de ser humano! Me avergüenzo ante la fauna mundial de ser humano. Ojalá el gatito de bengala nos perdone, y su primo el león tenga un final menos terrible. Me despido con un maullido, rugido o maurugido lamentoso por la pérdida irreparable del tigre a manos de esa espantosa fiera llamada gente.

(F.R.I.P)

Alejandro Larracilla Baltazar dixit

El félido-compilador. dijo...

¡Uy! Y pensar que en eso consistía el 'sano entretenimiento' del populacho en el Coliseo romano: ver cómo los incipientes cristianos eran devorados por mega-gatos importados de bárbaras tierras.

laetitia dijo...

Muy, muy cierto...

Que es peor que matar a estos felidos por su piel, hermosa por cierto, por (mal llamado) deporte y por gusto o susto o llevarlos a casita como mascotitas y darles trato de gato casero o tenerlo en una jaula en donde apenas se pueden mover y exhibirlos en el circo mal alimentados y maltratados exprimiendoles lo poco que queda de su ferocidad. Inexplicable, no?
Solo la raza humana tiene la ingratitud necesaria para hacer esto.

Mal, muy mal portados en verdad.

El félido-compilador. dijo...

Encendamos un cirio por la vida del tigre de Bengala sacrificado en represalia por la muerte de un imprudente.