No es el gato simpático a la gente vulgar.
Magnético y secreto,
cansa a su imaginación superficial.
Y no consiguen apreciar su proceder gracioso.
[...]
Pero el alma del gato es su altivez.
La libertad sus nervios y su sangre son.
En su mirada nunca hay humildad.
En su manera de ocultar cualquier pasión,
en la gracia y sosiego de su disposición,
la pulcritud y contención de sus impulsos,
qué pura suavidad de los sentidos encierra.
Cuando duermen o reposan con sopor los gatos,
de una frialdad visionaria están ungidos.
Tal vez entonces vaguen a su alrededor
espectros de épocas antiguas.
Tal vez la visión los lleve a Búbastis,
donde su culto florecía,
y los Ramsés los coronaban con su veneración
y cada gesto suyo era como una profecía.
Cavafis, P. Constantino, Poesía Completa, Edición de Anna Pothiou y Rafael Herrera, Colección Visor de Poesía, Madrid, Visor, 2003.
2 comentarios:
¡Hermosa poesía! Gracias, Resih...
Gracias a ti por tu visita, Pepper.
:-)
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